Lo único bueno de vivir en un mundo acelerado, estresado y encementado, es que las investigaciones científicas que miden el impacto del "déficit de la naturaleza" y la "desconexión de la naturaleza" en infantes se están multiplicando cada vez más, la mala noticia es que los resultados no son nada halagüeños.
Cuando un niño crece en un entorno urbano sin acceso a parques y espacios verdes, pueden desarrollar con mayor facilidad trastornos mentales y a la larga un deterioro en la salud física y mental. Para demostrar esta hipótesis, el Dr. Tanja Sobko de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Hong Kong en China y el profesor Gavin Brown, Director de la Unidad de Análisis de Datos Cuantitativos de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, desarrollaron el Índice de conexión con la naturaleza dirigido a padres con hijos en edad preescolar (Connectedness to Nature Index for Parents of Prescholl Children CNI-PPC), un instrumento de medición que analiza cuatro áreas que reflejan la relación niño-naturaleza: el disfrute de la naturaleza, la empatía por la naturaleza, la responsabilidad hacia la naturaleza y la conciencia de la naturaleza.
En el estudio participaron 500 familias de Honkg Kong con niños en edad preescolar, de entre 2 y 5 años. Eligieron esta ciudad por presentar una paradoja urbana: a pesar de que el 100% del suelo está urbanizado, alrededor del 78% está rodeado de áreas verdes y el 90% de la población vive aproximadamente a 400 metros de ellas. A pesar de ello, las familias no están llevando a sus hijos al parque, evitan la naturaleza porque la perciben como sucia y peligrosa y, esta actitud es transmitida al niño, en consecuencia en China el 22% de los infantes presentan signos de problemas cognitivos y de lenguaje, mientras que en Hong Kong la cifra es del 16%.
El Índice destaca que que las actitudes ambientales se desarrollan en las primeras etapas de la vida y es durante la etapa preescolar cuando los infantes desarrollan una conexión con la naturaleza por varias vías: ven, oyen, tocan, prueban, huelen, intuyen, descubren espacios (en un tronco, debajo de un arbol), por ello es crucial que en esta etapa los niños se acerquen a la naturaleza.De los resultados obtenidos, los niños que reportaron tener una mayor cercanía con la naturaleza presentaron menos sentimientos de angustia o depresión, menos dificultades emocionales y de comportamiento, menos hiperactividad y menos actitudes antisociales y, por el contrario, mostraron mayores habilidades cognitivas como mejor memoria, concentración, creatividad y solución de problemas
El Índice de conexión con la naturaleza podría convertirse en una herramienta psicométrica útil para la detección de problemas de salud en la primera infancia, contribuyendo con ello a mejores programas de salud y educativos en todos los países.
La Declaración de Parma es un acuerdo europeo firmado en el 2010 para trabajar en temas de medioambiente y salud, principalmente de los niños. Entre sus metas está el proporcionar a cada niño acceso al menos 300 metros de espacios verdes para jugar y realizar actividad física.
Bibliografía: https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0207057#abstract0