Kevin Kumala, biólogo indonesio, fabricó un bioplástico a base de almidón de yuca que se disuelve en agua y es totalmente inocuo para la vida marina. Desde el primer momento Kumala sabía que iba a ser muy difícil cambiar los hábitos de consumo de los habitantes de Bali, su isla natal. Así que, si no iban a dejar de usar grandes cantidades de bolsas, lo obvio era cambiar los materiales de las mismas.
Así que sometió el almidón de la yuca al mismo proceso al que se someten los polímeros derivados del petróleo, empleando una máquina de moldeado por soplado, una de corte y una de sellado. Al final obtuvo una lámina de bioplástico resistente pero a la vez totalmente biodegradable e inocua, que puede ser consumida como alimento por los peces y seres humanos.
¡Si no se disuelve antes en agua, la bolsa se convierte en composta en un máximo de tres meses!
Desde el 2014, Kumala y su socio Daniel Rosenqvist crearon la empresa Avani y abrieron una fábrica en la isla de Java donde producen varios productos de envasado alimentario y hostelería fabricados con materiales renovables y sostenibles como el bagazo y restos secos de caña de azúcar.