La luz artificial está aumentando a nivel mundial en al menos un 2% anual y se sabe que afecta negativamente a muchas especies de aves.
La contaminación lumínica es una amenaza importante para las aves en general, y más aún para las migratorias, muchas de ellas son nocturnas y, al volar de noche la iluminación provoca desorientación, lo que genera colisiones con edificios, interfiere con sus relojes internos o interfiere con su capacidad para realizar migraciones de larga distancia. Las aves pueden acabar volando en círculos en zonas iluminadas, agotando sus reservas de energía y poniéndose en riesgo de agotamiento, depredación y colisión letal.
La contaminación lumínica se refiere a la luz artificial que altera los patrones naturales de luz y oscuridad en los ecosistemas. La oscuridad natural tiene un valor de conservación del mismo modo que el agua limpia, el aire y el suelo, por ello debe protegerse.
El problema es serio dado que actualmente el 80% de la población mundial vive bajo un cielo iluminado, una cifra cerca del 99% en Europa y Norteamérica. Por ello, algunos gobiernos ya están tomando medidas de acción como es atenuar las luces de los edificios públicos durante las fases de migración en primavera y otoño, de ahí que la campaña mundial se vaya a festejar dos días: el 13 de mayo y el 8 de octubre.
Por una ley de cielos oscuros
En nuestro país ya existe una propuesta para la creación de una ‘ley de cielos oscuros’, la cual es apoyada por científicos de todo el país, en particular astrónomos, ya que esta comunidad también está viendo afectado su trabajo por la creciente contaminación lumínica.
Para Fernando Ávila Castro, investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, quien trabaja en el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) ubicado en San Pedro Mártir, Baja California, y el principal impulsor de la ley, entre los cambios que se deberían hacer están el contar con sistemas de iluminación inteligente que podrían disminuir entre el 30 y 60% del consumo de energía eléctrica, cambiar las luces LED blancas por tonos cálidos (ámbar) que son menos agresivos a la vista y dirigir hacia abajo la luz emitida por encima del horizonte del alumbrado, sin que rebase los 90º, pues esta contribuye a generar resplandor en el cielo. Además señala, “al proteger los cielos oscuros, podríamos impulsar el astroturismo y recuperar la salud de la flora y fauna silvestre en México”.
El experto, lleva más de 17 años impulsando leyes de protección de los cielos, primero a nivel local en Ensenada, luego a nivel estatal, regional (Sonora) y ahora a nivel nacional. Por el momento un equipo del IA ya está en pláticas con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Secretaría de Economía (SE) para definir parámetros, cantidad de luz, rangos, niveles, lugares y zonas protegidas, entre otros rublos.
El Día Mundial de la Aves Migratorias nació en 1993 con la finalidad de centrar la atención internacional en la necesidad de conservar a las aves y sus hábitats, esfuerzo que después se vería intensificado por la mala campaña hacia la migración de las aves derivada de la gripe aviar de principios de siglo. Desde entonces, entre los temas que ha abordado esta lucha por las aves viajeras están: el cambio climático, las barreras a la migración, la captura ilegal y la contaminación por plásticos.
En Chile y España, países con observatorios astronómicos de importancia mundial, ya existen este tipo de leyes que protegen zonas específicas de observación. México sería el primer país en proteger el cielo a nivel nacional.
Ávila Castro señaló la importancia de contar con leyes nacionales al recordar los numerosos cambios de sede que ha tenido el OAN desde su fundación en 1867. Primero en tres sitios diferentes de la Ciudad de México, luego en Puebla y por quinta y última vez, en 1971, en donde está ahora, en San Pedro Mártir, Baja California.
Proteger los cielos es proteger la biodiversidad
De acuerdo con datos publicados en años recientes en revistas científicas como Nature y Science y recopilados por National Geographic, alrededor del 30% de las poblaciones de aves han disminuido en las últimas décadas por las alteraciones a su hábitats, entre ellos el uso de pesticidas, deforestación, altas temperaturas, contaminación lumínica y por ruido.
Los científicos han descubierto que la contaminación lumínica hace que las aves comiencen a anidar hasta un mes antes de lo normal, cuya consecuencia podría traducirse en la una falta desincronización entre la eclosión de las crías y la disponibilidad de alimento. Las aves programan su reproducción para que coincida con la disponibilidad máxima de recursos para alimentar a sus crías, pero al nacer antes de tiempo, los polluelos hambrientos pueden morir, lo que puede influir decisivamente en la supervivencia de los mismos.
Absolutamente todas las especies sobre la Tierra presentamos alteraciones fisiológicas ante cambios radicales en el ambiente, ya sean paulatinos o radicales, permanentes o temporales (debido al ciclo circadiano), los lapsos de luz y oscuridad son una necesidad física. No en vano una de las formas de tortura reconocidas por Naciones Unidas o Amnistía Internacional es la llamada tortura de luz. ¿Con tanta luz en las mega urbes estamos conscientes del grave daño que hacemos a otras especies como las aves?
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