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  • Foto del escritorEdith González

Greenwashing, cuando la imagen no lo es todo en la vida

-En 1986 se utilizó por primera vez el término 'greenwashing', desde entonces los engaños 'verdes' han ido al alza entre los consumidores.


-La Unión Europea busca regular y sancionar esta publicidad engañosa.


“Las estafas en línea a los consumidores han experimentado un aumento significativo durante la crisis sanitaria por la COVID-19. Los defraudadores han aprovechado los temores de los consumidores para vender productos innecesarios, ineficaces y potencialmente peligrosos, sobre la base de afirmaciones falsas con respecto a sus beneficios para la salud o la protección al medio ambiente, por ejemplo”.


Así de contundente fue el mensaje de la Comisión Europea para anunciar su lucha contra el ‘greenwashing empresarial’ a través de la Nueva Agenda del Consumidor de la Unión Europea, un plan que busca estimular el consumo verdaderamente sostenible y proteger los derechos de los consumidores.

El término “greenwashing” o lavado de imagen, lo utilizó por primera en 1986 vez el activista e investigador Jay Westerveld y hace referencia a todas aquellas estrategias con las que las compañías tratan de mostrarse más sostenibles y ecológicas de lo que en realidad sonLa industria cervecera es gran consumidora de agua: por cada litro de cerveza producida se requieren tres de agua. Las toallitas húmedas de ninguna forma son sostenibles.


Ante la creciente ola de engaños, trampas y ambigüedades en los productos, la Comisión Europea realizó un análisis a 344 campañas publicitarias, con las cuales demostró que el 42% de las empresas europeas caen en el ‘greenwashing’, ese lavado de cerebro que a través de la publicidad nos muestra bellas imágenes con paisajes naturales idílicos: campo verdes y floreados, bosques exuberantes, ríos y mares limpios, días soleados con cielos azules, entre otros... nada más alejado de la realidad de muchas de sus prácticas corporativas.


En la mayoría de las campañas, el vendedor aportó datos insuficientes para que los consumidores pudieran juzgar con exactitud la información y hasta en un 37% se incluían declaraciones vagas y generalistas como el uso de adjetivos como ‘consciente, ecológico, bio, degradable o sostenible’ sin en realidad demostrar serlo.


Por ello, entre los cambios más inmediatos que propone la Nueva agenda del Consumidor está poner fin a la obsolescencia programada, en una primera instancia, presionando para que los cargadores de los celulares y ordenadores portátiles sean universales; el derecho a la reparabilidad de los electrodomésticos e impulsar los repartos en bicicleta o autos eléctricos en zonas especiales, todo ello de aquí al 2025.


La Nueva agenda del Consumidor con meta al 2025 propone:


1.Proporcionar mejor información sobre la sostenibilidad de los productos, como la durabilidad, reparabilidad, reutilización y método de desecho final.

2. Eliminar o reducir el greenwashing y la obsolescencia temprana.

3. Promover nuevos conceptos y comportamientos de consumo, como la sharing economy, los nuevos modelos comerciales sostenibles basados en enfoques de product-as-a-service (PaaS) o el apoyo a los mercados de segunda mano.


Un primer cambio ya se hizo. En marzo de este año entró en vigor la ley contra la obsolescencia programada, el llamado “derecho a reparar” que busca aumentar la vida útil de los dispositivos electrónicos en al menos 10 años y así tener un menor impacto ambiental.

Etiqueta para conocer el ‘Índice de reparabilidad’ de los productos electrónicos consta de cinco categorías y por el momento aplica solo a lavadoras, televisores, cortadoras de pasto, aparatos portátiles y smarthphones. Crédito de imagen: Ministerio de la Transición Ecológica de Francia.


Aprobada por el Parlamento Europeo el pasado 25 de noviembre de 2020, y en consonancia con el Green Deal o Pacto Verde Europeo, la nueva ley obliga a los fabricantes a tres cosas en particular: ofrecer productos electrónicos que se puedan reparar de forma accesible para los usuarios sin requerir herramientas y piezas demasiado especiales; proporcionar manuales en los que se informe cómo realizar esas reparaciones y especificar la vida útil estimada de los dispositivos a través de etiquetas informativas, limitantes que hasta ahora presentan infinidad de equipos y que obligan al usuario a desechar y comprar.



Tips para que no te tomen el pelo


Para que no caigas en la ‘trampa verde’ te sugerimos hacerte las siguientes preguntas antes de comprar cualquier cosa:


1. ¿El producto utiliza un lenguaje confuso o impreciso?, dice ‘

2. ¿Se manufactura en países europeos o con estándares de respeto a los derechos laborales?

3. ¿El producto se puede reparar y/o reciclar?

4. ¿El producto tiene un empaque reciclable o poco empaque?

5. ¿La empresa que lo elabora tiene buena reputación global?

Si tu respuesta a la mayoría de las preguntas es ‘no’ o ‘no se’, mejor no compres ese artículo o espera a encontrar una opción más sostenible. Por algo, ahora la mirada para acelerar el cambio hacia la sostenibilidad, está puesta en los consumidores.



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