El crecimiento urbano, la polarización social y el cambio climático se han convertido en la triada maldita de los últimos tiempos, sí, una autentica bomba molotov imposible de ignorar por gobiernos y ciudadanos que se agrava con el cambio climático, el cual podría llevar a la pobreza a millones de residentes urbanos.
Si bien, las ciudades han favorecido que las personas progresen social y económicamente, también plantean muchos problemas, como es el consumo excesivo de recursos naturales, la contaminación, la congestión vial, la falta de servicios básicos y la escasez de vivienda, por mencionar algunos. El más reciente informe del Worldwatch Institute, señala que en las megaciudades se consume el 70% de la energía y se genera el 80% de los gases de efecto invernadero.
La polarización social es la exageración y acentuación de las diferencias atribuidas a personas por el mero hecho de pertenecer a distintas categorías sociales. De acuerdo a datos de la ONU, en 80 años habremos pasado de ser una población mayoritariamente rural a una urbana. Del 30% de la población mundial que habitaba en ciudades en 1950, pasará a ser más del 60% en el 2030, incrementando con ello la brecha de desigualdad y generando profundas dinámicas de segregación espacial y pérdida de cohesión social.
Por ello, la ONU señala que de no abordarse la relación entre el proceso urbanizador, el cambio climático y las zonas vulnerables, los impactos meteorológicos aumentarán dramáticamente; además aunque los programas nacionales proporcionen el marco fundamental, los logros dependerán al 100% de las iniciativas locales y de infraestructuras bien planeadas.
Sólo en el plano de los ingresos, hoy, tres de cada cuatro ciudades del mundo tienen niveles más altos de desigualdad de ingresos que hace dos décadas.
Se estima que para el 2025 las 20 principales megaciudades estarán ubicadas en países emergentes liderados por China e India. Otras megalópolis de importancia creciente serán Sao Paulo, Moscú, Ciudad de México, Estambul, Lagos y Dhaka.
