-Para el 2025 se prevé que la producción de plástico a nivel mundial aumente entre un 30 y 36%.
-Incluso antes de nacer, los bebés ya tienen presencia de microplásticos en su cuerpo
A estas alturas de la vida, ya sabemos que los plásticos y todos los químicos que éstos contienen, son dañinos para la salud y que además, están en todos los espacios de nuestra vida, desde la comida hasta la ropa, los detergentes y los productos de belleza. Tal vez lo que no sabíamos era que incluso antes de nacer ya los bebés ya tienen microplásticos en el cuerpo.
El tamaño diminuto de los microplásticos puede correr dentro del torrente sanguíneo y vías respiratorias, tanto de humanos como de animales. Imágen: Internet.
En un artículo de la revista Environment International se señala que se han detectado partículas plásticas en las placentas de los bebés que aún no han nacido, posiblemente respiradas o ingeridas por las madres, ya que su tamaño diminuto, 10 micrones (0.01 mm) puede correr dentro del torrente sanguíneo y vías respiratorias.
El daño, aún no documentado en nonatos, podrían ser alteraciones en el sistema inmunológico durante el desarrollo del feto, mientras que, en las madres, los aditivos del plástico, como los ftalatos, el bisfenol A o dioxinas, actúan como contaminantes hormonales o disruptores endócrinos que, a la larga, podrían causar cáncer en órganos dependientes de hormonas, cardiopatías u obesidad.
De acuerdo a datos de IPEN, los microplásticos están en todos lados y en todas las escalas. En el estudio Plásticos, EDC y salud, realizado por la Endocrine Society y la IPEN (Red Internacional de Eliminación de Contaminantes), se señala que los plásticos contienen y filtran sustancias químicas peligrosas, incluidas las sustancias químicas que alteran el sistema endocrino (EDC) que amenazan la salud humana.
Los EDC son sustancias químicas que alteran los sistemas hormonales del cuerpo y pueden causar cáncer, diabetes, trastornos reproductivos y deficiencias neurológicas en los fetos y los niños en desarrollo. El plástico que contiene EDC se usa ampliamente en envases, construcción, pisos, producción y empaque de alimentos, utensilios de cocina, cuidado de la salud, juguetes para niños, artículos de ocio, muebles, electrónica para el hogar, textiles, automóviles y cosméticos.
"La aceleración actual de la producción de plástico, que se prevé que aumente entre un 30% y un 36% en los próximos seis años, exacerbará en gran medida las exposiciones a EDC y las crecientes tasas mundiales de enfermedades endocrinas. Las políticas globales para reducir y eliminar los EDC del plástico y reducir la exposición al reciclaje de plástico, los desechos plásticos y la incineración son imperativas". Pamela Miller, Copresidenta de IPEN".
De acuerdo a un análisis de WWF, si sacamos la cuenta del microplástico que contienen los alimentos, productos de belleza y aseo personal que usamos a diario, cada semana comemos el equivalente a 5 gramos, algo así como una tarjeta de crédito. Lo lamentable del caso, es que de todos los plásticos producidos hasta la fecha se desperdicia el 75% ya que el 40% son empaques y contenedores de un solo uso.
Microplásticos en las abejas, peces, flores…
Los seres humanos somos los responsables de tanta contaminación plástica, pero la vida silvestre no. La flora y fauna mundial también está pagando las consecuencias. Se ha documentado ampliamente que la vida marina, como peces, moluscos y mariscos tienen en su cuerpo microplásticos, plomo y otras sustancias tóxicas. Mientras que las abejas tienen que padecer no sólo con los fertilizantes químicos, sino con los microplásticos del aire y de las flores.
Un estudio reciente encontró hasta 13 diferentes tipos de microplásticos en los cuerpos de las abejas y en promedio 540 fragmentos plásticos por cada kilo de miel en productos de México, España, Italia, Alemania y Francia.
“La degradación del plástico genera residuos del tamaño de un micrómetro, el equivalente a la punta de un cabello. Al volar y polinizar, el cuerpo de las abejas se contamina de estas partículas y es lógico que se encuentren en la miel”, señaló el investigador titular del estudio, el Dr. Amadeo Rodríguez, de la Universidad de Almería, España.
Al volar, las abejas captan diminutos polímeros que se adhieren a su tórax, abdomen, alas y patas. El estudio utiliza a las abejas como bioindicadores para monitorear los niveles de contaminación en determinadas zonas, un método de control más económico y simple que los actuales sensores de contaminación.
El Convenio de Estocolmo es el instrumento mundial definitivo para evaluar, identificar y controlar las sustancias químicas más peligrosas del planeta. Movimientos en todo el mundo abogan por rechazar los productos que contienen exceso de empaques y plásticos de un solo uso como el de #DesnudaLaFruta.
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