-La agricultura regenerativa es una de las mayores oportunidades para cuidar los ecosistemas marinos y terrestres.
- "Aunque nos encontramos ante el precipicio del desastre, sí tenemos la oportunidad de recuperarnos", Jo Immig, de la Red Nacional de Sustancias Tóxicas.
Por mucho tiempo nos han dicho que una alimentación sana es aquella que incluye pescados y mariscos, pero esta afirmación parecería no ser cierta en estos tiempos en los que la contaminación del mar está en su máximo punto.
En días recientes se publicó el informe Los contaminantes acuáticos en los océanos y pesquerías, realizado conjuntamente por la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN por sus siglas en inglés) y la Red Nacional de Sustancias Tóxicas (NTN por sus siglas en inglés), en el cual los expertos indican que los pescados y mariscos que consumimos, están contaminados a niveles peligrosos.
Este informe es el primero que empezará a dar detalles sobre las numerosas formas y lugares en los cuales la contaminación química y el cambio climático están desestabilizando esta infraestructura marina y las pesquerías del mundo. Además, lanza la advertencia de que lo más probable es que los impactos que se han identificado, sigan creciendo en los próximos años y serán exacerbados por el cambio climático.
Desde la década de los años setenta, ha estado creciendo vertiginosamente la producción y el uso de sustancias químicas y, en la actualidad, existen entre 100,000 y 350,000 sustancias químicas disponibles comercialmente. Es un escándalo que tan sólo el 1% de las sustancias químicas en el mercado global se haya sometido a pruebas para evaluar su impacto sobre la salud humana y el medio ambiente. Por ello, a la fecha existen graves perturbaciones en cadenas alimenticias acuáticas completas en todo el mundo debido al uso de sustancias químicas peligrosas, el cambio climático, la contaminación con plásticos y otros factores producidos por los humanos.
Tendemos a pensar que los bosques son los pulmones del planeta. Sin embargo, es el plancton el que constituye los “pulmones oceánicos” que generan las dos terceras partes del oxígeno global. Los océanos además proporcionan una cantidad sustancial de captura y almacenamiento de carbono en la naturaleza. Imagen: Thomas Vimare
El impacto más notable se da en la red alimentaria misma. Los especialistas señalan que “el mundo diverso en el que vivimos es un ecosistema complejo de interrelaciones que se han ido desarrollando a lo largo de millones de años. El plancton y las algas marinas, los microbios y las bacterias, los insectos y las aves, las larvas de peces y los peces depredadores, los osos polares y los seres humanos: todos y cada uno de ellos desempeñan un papel en la cadena alimenticia y su supervivencia depende de la existencia de un medio ambiente marino sano”.
La población de atún de aleta azul del Pacífico se ha desplomado un 97% en relación con los niveles históricos a causa de la sobreexplotación. Imagen: Internet.
Jo Immig, Coordinadora Nacional de la Red Nacional de Sustancias Tóxicas (NTN) y co-autora del informe, afirma: “Aunque nos encontramos ante el precipicio del desastre, sí tenemos la oportunidad de recuperarnos. Necesitamos frenar la descontrolada expansión de los contaminadores: los sectores del petróleo, el gas, los plásticos y las sustancias químicas. Es urgente que los gobiernos de todos los países reconozcan la degradación ambiental, económica y de la salud pública causada por la contaminación química y que actúen con base en la evidencia científica existente para formular políticas y llevar a sus comunidades a re-pensar, por completo, cómo se están utilizando las sustancias químicas”.
Las sustancias químicas que perturban el sistema endócrino (EDCs por sus siglas en inglés, PE en español) pueden generar imposex o intersexualidad, que es la presencia de características sexuales tanto masculinas como femeninas dentro del mismo organismo y afecta a todas las especies acuáticas, peces, anfibios, reptiles, mamíferos, aves, insectos e invertebrados.
Sin embargo, todavía estamos a tiempo de detener la destrucción si se trabaja por garantizar la salud de todos los océanos, siempre y cuando se detengan las siguientes actividades:
1. Las liberaciones industriales. Las instalaciones industriales continúan liberando millones de kilos de materiales tóxicos, incluyendo PCB, dioxinas, retardantes de llama industriales y los ‘productos químicos permanentes’ perfluorados, PFAS, a las aguas de ríos, arroyos, lagos y océanos, todos los años. A través del dragado, se vuelven a liberar contaminantes industriales históricos, mientras que la combustión del carbón y la pequeña minería artesanal de oro han aumentado sustancialmente las concentraciones tóxicas de mercurio en el Océano Pacífico.
2. Los plaguicidas. Se siguen utilizando ampliamente un gran número de plaguicidas que está comprobado que son dañinos y que están presentes en niveles peligrosos en medioambientes acuáticos. Algunas de estas sustancias no sólo se bio-acumulan en organismos acuáticos, sino que además destruyen el hábitat y las fuentes de alimento de las que dependen los organismos acuáticos para vivir, incluyendo los insectos. Los plaguicidas se introducen a los medioambientes acuáticos y marinos a través de fuentes directas como escorrentías provenientes de la agricultura, campos de golf, canchas de uso deportivo, parques y propiedades residenciales, así como a través de fuentes indirectas como las plantas de tratamiento de drenaje y la deriva de las fumigaciones aéreas.
3. Los productos farmacéuticos y de cuidado personal. Las instalaciones para el tratamiento de aguas residuales no retiran todos los residuos farmacéuticos y estos productos llegan a encontrarse por todas las aguas marinas y costeras, así como en ríos y arroyos. Un estudio global efectuado en 2019, halló por lo menos un antibiótico en dos terceras partes de los sitios estudiados, además de niveles inseguros de antibióticos en 15% de los sitios.
4. Los plásticos. Un gran número de las sustancias químicas plásticas son tóxicas y los microplásticos también atraen a su superficie, concentran y magnifican a otras sustancias químicas tóxicas persistentes provenientes del medio ambiente acuático que los rodean. Se han hallado microplásticos en especies de peces comerciales en todo el mundo.
Cambiar los modos de producción
El informe enfatiza que abordar la contaminación de los océanos y sus impactos sobre las pesquerías, va a requerir cambios sustanciales en las industrias, las economías y la gobernanza, incluyendo la suspensión de las actividades de las industrias destructivas, como la minería en aguas profundas y detener la devastadora práctica de utilizar los cauces de agua como tiraderos de desechos.
Imagen: Informe Los contaminantes acuáticos en los océanos y pesquerías, abril 2021.
Necesariamente se tendrá que cambiar el sistema de producción y consumo y se deberán aplicar urgentemente enfoques regeneradores a la agricultura y a la acuacultura, para así contribuir a reducir las emisiones de carbono, detener la contaminación e iniciar el proceso de restauración.
La agricultura regenerativa desempeñará un papel central en abordar la combinación de desafíos conformada por el cambio climático y las cargas de contaminación en los ambientes acuáticos (y terrestres).
También existe un potencial para la acuaponía y policultura, ésta última se refiere a sistemas de agricultura oceánica vertical que utilizan macroalgas y mariscos para ayudar a atraer dióxido de carbono y a amortiguar la acidez de los océanos, produciendo a la par cosechas viables.
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