Cada dos años la organización World Wildlife Fund, mundialmente conocida como WWF, publica el Índice Planeta Vivo (IPV), un análisis colectivo y profundo que reúne los principales resultados científicos sobre el estado de la biodiversidad en el mundo. Este mes acaba de publicar el Informe Planeta Vivo 2024. Un sistema en peligro, y como se esperaba, los resultados no son nada halagüeños.
“No es exagerado decir que lo que ocurra en los próximos cinco años determinará el futuro de la vida en la Tierra. Tenemos cinco años para situar al mundo en una trayectoria sostenible antes de que las reacciones negativas combinadas de la degradación de la naturaleza y el cambio climático nos coloquen en la cuesta abajo de los puntos de inflexión. El riesgo de fracaso es real y las consecuencias, casi impensables”, señala el documento.
Para los expertos mundiales, la naturaleza se está perdiendo con enormes consecuencias para la humanidad. Todos los indicadores muestran un declive. En los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73 %, según las mediciones del Índice Planeta Vivo (IPV).
Esto se basa en el seguimiento de casi 35 000 tendencias poblacionales de 5495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85 %, seguidas de las terrestres (69 %) y las marinas (56 %).
La degradación y pérdida de hábitats, impulsada principalmente por nuestro sistema alimentario, es la amenaza más señalada, seguida de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. Otras amenazas son el cambio climático (más acusado en América Latina y el Caribe) y la contaminación (sobre todo en América del Norte y Asia y el Pacífico).
Nos acercamos a peligrosos puntos de inflexión
El IPV y otros indicadores similares muestran que la naturaleza está desapareciendo a un ritmo alarmante. Aunque algunos cambios son pequeños y graduales, sus impactos acumulativos pueden desencadenar un cambio mayor y más rápido, a menudo abrupto e irreversible. Esto se denomina punto de inflexión. En el mundo natural, es muy probable que se produzcan varios puntos de inflexión si se mantienen las tendencias actuales, con consecuencias potencialmente catastróficas.
Hay señales tempranas de alarma que nos indican que estamos cerca de varios puntos de inflexión globales:
■ En la biosfera, la muerte masiva de los arrecifes de coral destruiría la pesca y la protección contra las tormentas para cientos de millones de personas que viven en las costas.
■El punto de inflexión de la selva amazónica liberaría toneladas de carbono a la atmósfera y alteraría los patrones climáticos en todo el planeta.
■ En la circulación oceánica, el colapso del giro subpolar, una corriente circular al sur de Groenlandia, cambiaría drásticamente los patrones meteorológicos en Europa y América del Norte.
■ En la criosfera (las partes heladas del planeta), la fusión de los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental desencadenaría un incremento del nivel del mar de muchos metros, mientras que el deshielo a gran escala del permafrost provocaría enormes emisiones de dióxido de carbono y metano.
■ En el oeste de Norteamérica, una combinación de plagas de escarabajos de la corteza del pino e incendios forestales más frecuentes y violentos, ambos exacerbados por el cambio climático, está llevando a los pinares a un punto de inflexión en el que serán sustituidos por matorrales y pastizales.
■ En la Gran Barrera de Coral, el aumento de la temperatura del mar, unido a la degradación del ecosistema, ha provocado blanqueamientos masivos de coral en 1998, 2002, 2016, 2017, 2020, 2022 y 2024.
■ En el Amazonas, la deforestación y el cambio climático están provocando una reducción de las precipitaciones, y podría alcanzarse un punto de inflexión en el que las condiciones ambientales se vuelvan inadecuadas para la selva tropical, con consecuencias devastadoras para las personas, la biodiversidad y el clima global. Un punto de inflexión podría estar en el horizonte si solo se destruyera el 20-25 % de la selva amazónica y se estima que ya se ha deforestado un 14-17 %.
■ Más de la mitad de las metas de los ODS para 2030 no se alcanzarán, y el 30 % de ellas se estancarán o empeorarán con respecto a la base de referencia de 2015.
■ Los compromisos climáticos nacionales conducirían a un aumento medio de la temperatura mundial de casi 3 °C para finales de siglo, lo que inevitablemente desencadenaría múltiples puntos de inflexión catastróficos.
■ Las estrategias y planes de acción nacionales sobre biodiversidad son inadecuados y carecen de apoyo financiero e institucional. Abordar los objetivos climáticos, de biodiversidad y de desarrollo sostenible de forma aislada aumenta el riesgo de que surjan conflictos entre los distintos objetivos, por ejemplo, en el uso de la tierra para la producción de alimentos, la conservación de la biodiversidad o las energías renovables.
Para evitar llegar a estos puntos de inflexión, el informe señala cuatro escenarios fundamentales para transformar:
1. Transformar la conservación
A pesar del alarmante declive general de las poblaciones de animales salvajes que muestra el IPV, muchas poblaciones se han estabilizado o han aumentado gracias a los esfuerzos de conservación, pero no bastan.
Las soluciones basadas en la naturaleza para mitigar el cambio climático pueden reducir las emisiones anuales de gases de efecto invernadero entre un 10 % y un 19 %, al tiempo que benefician a los ecosistemas y mejoran los medios de subsistencia.
Las zonas protegidas actualmente cubren el 16 % de las tierras del planeta y el 8 % de sus océanos. El Marco Global de Biodiversidad (GBF por sus siglas en inglés) de Kunming-Montreal insta a proteger el 30 % de las tierras, aguas y mares y restaurar el 30 % de las zonas degradadas para 2030.
Se necesita aumentar la eficacia de la conservación respetando al mismo tiempo los derechos y necesidades de las personas afectadas. Una cuarta parte de la superficie terrestre mundial es propiedad, está gestionada, utilizada u ocupada tradicionalmente por pueblos indígenas, lo que incluye alrededor del 35 % de la superficie en áreas protegidas y el 35 % de las remanentes áreas terrestres intactas.
2. Transformar el sistema alimentario
El sistema alimentario mundial está destruyendo la biodiversidad, agotando los recursos hídricos mundiales y cambiando el clima, pero no está proporcionando la nutrición que la gente necesita.
La producción de alimentos es uno de los principales motores del declive de la naturaleza: utiliza el 40 % de toda la tierra habitable, es la principal causa de pérdida de hábitats, supone el 70 % del uso del agua y es responsable de más de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.
A pesar de la producción récord, unos 735 millones de personas se acuestan con hambre cada noche. Los índices de obesidad están aumentando, mientras que casi un tercio de la población mundial no recibe con regularidad suficientes alimentos nutritivos.
Se debe garantizar que toda la población mundial tenga una dieta nutritiva y saludable, producida sin provocar puntos de inflexión, lo que implicará cambiar las opciones alimentarias, incluyendo una mayor proporción de alimentos de origen vegetal y menos productos de origen animal en la mayoría de los países desarrollados.
Otra urgencia es la de reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos: en la actualidad, se calcula que entre el 30 y el 40 % de todos los alimentos producidos nunca se consumen.
3. Transformar el sistema energético
Debemos sustituir rápidamente los combustibles fósiles por energías renovables para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030.
La transición energética debe ser rápida, ecológica y justa. Debemos cambiar la manera en que producimos y consumimos energía, el principal motor del cambio climático. En la última década, la capacidad mundial de energía renovable se ha duplicado y los costes de la energía eólica, solar y de las baterías han registrado un descenso de hasta el 85 %. Pero aunque las tendencias energéticas van en la dirección correcta, el ritmo y la escala aún no se acercan a lo necesario.
En los próximos cinco años, tenemos que triplicar las energías renovables, duplicar la eficiencia energética, electrificar entre el 20 y el 40 % de los vehículos ligeros y modernizar las redes energéticas. Sin embargo es necesaria una planificación cuidadosa para seleccionar las energías renovables adecuadas en los lugares adecuados, para evitar impactos negativos.
Más de 770 millones de personas en el mundo siguen sin tener acceso a la electricidad y casi 3000 millones continúan quemando queroseno, carbón, madera u otro tipo de biomasa para cocinar.
4. Transformar el sistema financiero
En todo el mundo, más de la mitad del PIB (55 %), es decir, unos 58 billones de dólares, depende moderada o intensamente de la naturaleza y sus servicios. Sin embargo, nuestro sistema económico actual valora la naturaleza casi a cero, impulsando la explotación insostenible de los recursos naturales, la degradación del medio ambiente y el cambio climático.
Los pagos directos, los incentivos fiscales y las subvenciones que agravan el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas se estiman en casi 7 billones de dólares al año. En comparación, los flujos financieros positivos para las soluciones basadas en la naturaleza ascienden a míseros 200 000 millones de dólares. Redirigiendo tan solo el 7,7 % de los flujos financieros negativos, se podría cubrir el déficit de financiación de las soluciones basadas en la naturaleza y obtener beneficios para la naturaleza, el clima y el bienestar humano.
Es esencial reorientar la financiación, apartándola de actividades perjudiciales y dirigiéndola hacia modelos de negocio y actividades que contribuyan a los objetivos mundiales de naturaleza, clima y desarrollo sostenible.
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WWF es una organización independiente dedicada a la conservación, con más de 38 millones de seguidores y presencia en más de 100 países.
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