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El poder transformador de la juventud

Foto del escritor: RedaccionRedaccion

Estudio demuestra que las juventudes en América Latina y el Caribe comienzan a cambiar los roles de género, sin embargo hay 'tensiones' que podrían ir en retroceso contra las mujeres


El informe de Oxfam, “Rompiendo Moldes de la violencia y la desigualdad en Latinoamérica”, realizado por segunda ocasión, en 13 países de América Latina y el Caribe, devela que la juventud está construyendo esperanza en Latinoamérica mostrándose como una población más proclive a la igualdad, que busca romper con los imaginarios tradicionales a través del activismo y la aceptación de la diversidad.

Dentro de otros hallazgos, el informe muestra que ocho de cada diez jóvenes aceptan la composición de la familia diversa y a diferencia de hace cinco años, el 77% no asocian a las mujeres solo con los roles domésticos. 

 

Para las juventudes consultadas, el desempleo (41%) y la migración (32%) son las situaciones que más les exponen a vivir situaciones de violencia; perciben la falta de recursos económicos, la reducida disponibilidad de tiempo, la falta de autonomía y la desigualdad económica como caldos de cultivo.

 

En comparación con el primer informe (2018), los nuevos hallazgos (2024) demuestran que los estereotipos de género en el ámbito privado evidencian transformaciones. Existen avances y resistencias al cambio en toda la región, pero como un descubrimiento gratificante se reconoce una generación de jóvenes más sensibilizada, con menor tolerancia a ideas machistas y, sobre todo, a ideas homofóbicas. Sin duda “son el resultado de varias generaciones de luchas e intentos de transformación social y cultural empujados por movimientos feministas y LGTBQ”.

 

Mal para las mujeres y niñas

 

Sin embargo no sucede lo mismo en el ámbito público. La situación la violencia sigue teniendo un impacto desproporcionado en mujeres. El arraigo de una cultura patriarcal, discriminatoria, violenta y basada en el privilegio es la causa estructural de que en la región las Violencias Basadas en Género (VBG) y la desigualdad tengan tendencia al aumento.

 

Los estereotipos de género en las juventudes refuerzan la imposición de roles de cuidado sobre los cuerpos feminizados, ideas sobre una masculinidad proveedora y con alta contención emocional. Permanecen estereotipos nocivos que dictan que las mujeres para ser consideradas tal, deben ser madres y ven la dependencia financiera femenina como algo normal.

 

En consecuencia, en América Latina y el Caribe, se estima que entre 63% y 76% de las mujeres y niñas han experimentado algún episodio de VBG en distintos ámbitos de su vida. Cifras que aumentan cuando se trata de mujeres indígenas y afrodescendientes. Por todo ello, se requiere de esfuerzos mucho más consistentes que ayuden a erradicar esta epidemia.

 

Según datos de la CEPAL, la violencia contra las mujeres persiste en la región y aún no se identifican avances. Y no solo la violencia: la pobreza también es mayor para las mujeres indígenas y afrodescendientes. En México, por ejemplo, nueve de cada diez mujeres indígenas vivían en pobreza moderada en 2022.

 

Lamentablemente, señala el documento, el trabajo de cuidados seguirá incrementando como consecuencia de la crisis climática y la transición demográfica. Serán las mujeres quienes tengan que asumirlo, mientras los roles y la división sexual y racial del trabajo no sean cuestionados y transformados, y mientras el 76% de los hombres sigan pensando que deben ser los proveedores de sus familias y sientan que no están capacitados para las labores domésticas.

El mundo digital no se salva. Haciendo eco a lo que sucede en los espacios públicos, las redes sociales extienden el territorio de las violencias de género, perpetuando y desafiando estereotipos.

 

 “La violencia no es una cuestión privada, que ocurre sólo de puertas adentro, también es algo profundamente expuesto en las redes sociales, en las noticias, que sale del ámbito doméstico y se vuelve una expresión que encuentra terreno fértil en muchos espacios en los que lamentablemente, se multiplica”. 

 

Une breve luz al final del tunel

 

Aunque el cambio cultural aún no se refleja en una disminución de la violencia en la región, se vislumbra una luz de esperanza con una juventud más sensibilizada que lidera el cambio, abrazando la diversidad y desafiando las ideas preconcebidas sobre los roles de género.

 

Los movimientos feministas y por la diversidad están en el corazón de esta transformación, enfrentando resistencia que a menudo se traduce en violencia y represión. Algunas normas sociales de género comienzan a cambiar, reconociéndose avances pero también tensiones. 

 

Oxfam propone tres áreas de acción que permitirán transformar estos imaginarios violentos y cambiar nuestras sociedades, y hace un llamado al involucramiento de la sociedad civil y a los gobiernos que tienen la capacidad de movilizar estas acciones. En concreto, el informe llama a: 

 

  1. Aumentar el financiamiento destinado a conseguir justicia de género y racial, ya que a la fecha, menos del 1% de los fondos oficiales destinados a la cooperación para el desarrollo llegan a las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres.


  2.  Incorporar la justicia de género e interseccional en las políticas públicas y


  3. A avanzar hacia el cambio cultural y nuevas narrativas a favor de la transformación de imaginarios.  

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