-El límite de calor para el cuerpo humano es de 35 grados centígrados, arriba de eso ya es un problema serio.
-El intenso calor, al igual que la contaminación nos está matando a todos, pero no por igual.
A la contaminación atmosférica se le conoce como el ‘asesino silencioso’ por los efectos mortales, pero casi indetectables a simple vista. Respirar todo el tiempo partículas contaminantes como dióxido de carbono, plomo, azufre, entre otros metales, mata lentamente a la población mundial y/o acelera la aparición de enfermedades, principalmente respiratorias.
Lo mismo pasa con el calor intenso que estamos viviendo los últimos años, “el cual mata a medio millón de personas en el mundo”, señala la doctora Ana María Vicedo-Cabrera, investigadora española del efecto del cambio climático en la salud.
Desde la Universidad de Berna, Suiza, la especialista alerta que si las previsiones de incremento de 2 o 3 grados con respecto a la era preindustrial se cumplen, “estos índices de mortalidad se multiplicarán por diez”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) trata el cambio climático como una de las principales amenazas para la salud pública en este siglo, siendo su efecto directo, el calor, una de sus principales amenazas, con mayor repercusión en los países desarrollados. De acuerdo a datos publicados por el equipo de la Dra. Vicedo-Cabrera, el año pasado la tasa anual de muertes por calor era de 7 por cada 100 mil habitantes, pero en Europa la cifra aumentaba a 20 por cada 100 mil habitantes.
¿Cómo mata el calor?
El calor hace un ‘efecto de barrido’: empeora sustancialmente el estado de salud de las personas que ya están muy frágiles porque tienen co-morbilidades (problemas cardiovasculares, diabetes, dolencias respiratorias, etc.). Las altas temperaturas aceleran el proceso de deterioro de esa persona, que finalmente fallece, señala la doctora. Pero esto no está notificado como víctima del calor, sino de otras enfermedades. Las personas mayores (más de 70 años) son las más afectadas por el calor.
La relación entre enfermedades y calor se ha dado mediante estudios cruzados. “Vemos picos de hospitalizaciones y mortalidad cuando hay incrementos de calor, como se ha visto con el COVID-19. El cambio climático hará que estos incrementos de calor se vuelvan cada vez más frecuentes, pudiendo llegar a saturar el sistema sanitario.
Según los modelos fisiológicos experimentales, se ha determinado como un valor límite de calor sostenible para las personas 35 grados centígrados, indicador que toma en cuenta la mezcla de temperatura y humedad. Por encima de ese valor las personas pueden empezar a tener problemas muy severos.
También hay que tener en cuenta que estos valores cambian a lo largo del tiempo porque las personas somos capaces de adaptarnos y hacer frente a temperaturas extremas cada vez más altas porque contamos con recursos que nos ayudan a sobrellevarlas.
Invertir para enfriar las ciudades
Para contrarrestar esta problemática, los gobiernos deben tener una estrategia clara que ayude a las poblaciones a desarrollarse de forma más sostenible, a la vez que proteja a las personas. No podemos apoyarnos solo, por ejemplo, en poner aires acondicionados en todas las casas, eso no es sostenible, tanto por su gasto energético y sus consecuencias medioambientales, como por el coste económico, que no todo el mundo puede costearse.
Lo que se está intentando es impulsar una estrategia a nivel global pero también local. Los ayuntamientos tienen que entender la vulnerabilidad de sus poblaciones, cuáles son las prioridades y cómo pueden desarrollar las ciudades en los siguientes años. Por ejemplo haciendo inversiones para evitar las ‘islas térmicas’, teniendo en cuenta que en el futuro vamos a estar expuestos a temperaturas más altas, como usar materiales de construcción que ayuden a reflejar el calor, crear infraestructura verde, implementar sistemas de refrigeración eficiente, etc.
Fuente: ABC. Antropía. Sostenibilidad y futuro.
